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Wed Feb 21 14:29:40 CET 2024

La escultura `Bosque Herido´ preside desde este miércoles la II fase del Campus de la UVa en Segovia

La obra ha sido cedida por el escultor José Antonio Abella

El vicerrector del Campus de la UVa en Segovia, Agustín García Matilla, y el vicerrector de Infraestructuras, Patrimonio, Sostenibilidad de la UVa, Julio Grijalba, han estado presentes en la inauguración de la escultura junto al artista José Antonio Abella. El autor ha querido ceder a la Universidad de Valladolid esta obra realizada en madera que define entre “un puente vertical como la tierra y el cielo, donde la luz trasciende para dar la vida”, y con la que quiere reivindicar el cuidado y la protección de las arboledas como sustento de la vida.

El conjunto escultórico se suma al resto de obras, que el artista burgalés afincado en Segovia, tiene repartidas por la provincia, entre otras, la más conocida y polémica el “Diablillo del Acueducto” y el “Homenaje a la Trashumancia”, ambas en la ciudad de Segovia; “Puertas de la Ausencia”, ubicada en la localidad de El Guijar de Valdevacas; y el “Homenaje a nuestros ancestros”, erigido en la Plaza Mayor del municipio de Muñoveros.

El autor

José Antonio Abella (Burgos, 1956), fue médico rural durante 40 años en diversos pueblos de Burgos, León y Segovia, trabajo que compatibilizó con la práctica la escultura y la literatura.

En su faceta como novelista ha publicado títulos como “Yuda”, “La esfera de humo”, “Crónicas de Umbroso”, “Agnus diaboli”, “El corazón del cíclope”, o “La sonrisa robada”, entre otros, recibiendo por esta última el Premio de la Crítica de Castilla y León en 2014. Como escritor de cuentos ha sido reconocido con los premios Emiliano Barral, Encarna León y Hucha de Oro, quedando recogidos en el volumen “Unas pocas palabras verdaderas”.  

La obra

Según el autor, la escultura trata de la vida que surge de la tierra en busca de la luz, torturada tantas veces por la acción humana. Cada una de sus heridas y cicatrices, no producidas por quienes decidimos restituir a su verticalidad estos seis corazones de madera (así se llama también el duramen de los troncos) es un reflejo de las inevitables heridas y cicatrices que nos causa el hecho de vivir. Su función fue servir de durmientes en una cantera, para evitar la rotura de las sierras dentadas al cortar las losas y bloques de piedra que descansaban sobre ellos.

También nosotros, de algún modo, somos durmientes que no duermen, heridos por la porción de mundo que nos toca cuidar y proteger muchas veces de sí misma.

Quizá por ello nos sobrecoge la dignidad de sus cicatrices y el pundonor de su verticalidad. Todo lo que vive, e incluso lo que no vive, procede de un mismo origen. De madera similar estamos hechos, con el duramen de nuestros corazones y la albura de nuestros sueños. Somos en el fondo, como ellos, troncos malheridos que resistimos, de pie, entre la tierra y el cielo”.

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De izda. a dcha: el escultor José Antonio Abella; el vicerrector del Campus, Agustín García Matilla y el vicerrector de Infraestructuras de la UVa, Julio Grijalba durante la inauguración de la instalación de la escultura en la II fase del Campus
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Leyenda que figura junto a la escultura
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Vista de la escultura `Bosque Herido´