Dos egresados de la UVa crean un fondo de inversión que analiza el mercado y hace operaciones utilizando la Inteligencia Artificial
Con 19 años Jaime Valero, graduado en ADE (2018) y Finanzas, Banca y Seguros (2021), comenzó por curiosidad a invertir en criptomonedas. Después su amigo de infancia, Ovidio Gómez, con el que también coincidió estudiando ADE (2018) en la Universidad de Valladolid, le pidió ayuda para invertir algunos de sus ahorros. De aquella experiencia surgió con el tiempo Viridis Society, un fondo de inversión de Inteligencia Artificial con el que empezarían a operar en mayo de 2022, y que apenas un año después ha sido valorado en 5,8 millones de euros tras su primera ronda de financiación.
Una gran parte de la valoración de la empresa que acaba de mudarse de Praga a Dubai, se debe al software que han creado con Inteligencia Artificial para gestionar los activos y analizar los rendimientos de sus inversiones, aprovechando los conocimientos que ha adquirido Jaime en sus años de inversor amateur: “Hay mucho de juego psicológico en invertir, y muchas veces se pierde por esto. La Inteligencia Artificial deja de lado las emociones y se centra en datos, estadística y mucho 'machine learning' (aprendizaje automático) lo cual es una ventaja. Es como si tuvieras un equipo de 100 personas analizando los datos, y yo me limito a observar que todo este yendo bien”, señala Jaime.
“Además de Jaime hay un equipo de desarrolladores que le ayudan a supervisar que la IA hace las cosas bien y que no hay ningún problema, y a seguir implementando mejoras. Gran parte de su día a día se centra en seguir incorporando modelos u otros activos en los que operar. Empezamos invirtiendo en criptomedas, y hoy lo hacemos también en petróleo, café, oro, el LSP500 y otros muchos activos”, comenta Ovidio.
“La máquina puede analizar por ejemplo los datos de cómo ha funcionado un activo al segundo en los últimos 40 años. Entendiendo eso, la misma máquina, puede plantear todos los escenarios que pueden suceder a partir de ahora y qué haría en esos escenarios. Lo que conseguimos es hacer un modelo de IA que simula todos los pasos que un grupo de profesionales haría en un fondo e integrarlos, y a la vez que vaya aprendiendo de los resultados que va obteniendo en el día a día y modificando sus estrategias en base a lo que aprende. Entonces, básicamente convertimos lo que muchos grandes fondos tienen con un equipo de personas, en un software que permite una escalabilidad infinita”, añade Ovidio.
Para ello, según Jaime ha sido fundamental la formación que ha adquirido en los dos Grados que ha cursado en la Facultad de Económicas y Empresariales de la UVa (ADE y Finanzas), especialmente en contabilidades financieras y dirección estratégica, y luego “investigar por mi cuenta. Aprendes muchas veces fracasando y dándote cuenta de los fallos, y viendo cómo se pueden mejorar las cosas. También mucha formación autodidacta de lecturas sobre qué ha pasado a lo largo de la Historia y sus consecuencias, sobre psicología de las masas, ver las irracionalidades y como aprovecharse de ellas, muchas cosas y factores que hay que juntar en una batidora y hacerlos bien. Y para eso el software te ayuda mucho”.
“Incluso Twitter. Estamos terminando de incorporar al software un modelo que mide cuántas veces y acompañada de qué palabras se menciona el nombre de una empresa, por ejemplo, y en función de eso tomar decisiones sobre `cómo de popular´ se está volviendo una empresa y en qué sentido. Si es por algo malo, por algo bueno. También puede medir cuando se deja de hablar de esa empresa y cuando se termina el boom”, apunta Ovidio.
Y añade Jaime: “Automatiza la psicología de masas, cómo piensa la gente. Los comentarios al final determinan modas, gustos, preferencias, y eso es importante y muchas veces no está en el resultado de una compañía. Si de repente pasa algo en una empresa y hay mucha gente que se queja y plantea un boicot contra ésta, esas cosas son importantes. Hay muchas variables relevantes que implementar y ver cómo funcionan en el modelo. Porque hay veces que algo que te parece relevante, miras y no lo ha sido, o sí”.
Por su parte, sobre su paso por la UVa, Ovidio admite que pese a no ser un gran estudiante (entonces era entrenador profesional de videojuegos y no venía mucho a la universidad) “luego te das cuenta de que todo lo que aprendes te acaba sirviendo. Incluso las asignaturas que más odiaba como Estadística, sobre la que se basa precisamente ahora la IA, y Derecho Fiscal, gracias a haberla estudiado he sabido más o menos mover mi empresa de un país a otro, qué consecuencias tiene y cómo hacerlo bien. Incluso las asignaturas que no me gustaban nada a día de hoy nos han servido para tener la empresa que tenemos”.
Lejos de la imagen del corredor de bolsa que retrató Di Caprio en la película “El lobo de Walt Street” (Martin Scorsese, 2014), los dos amigos afirman seguir siendo unos chicos sencillos con los pies en la tierra, aunque no “mileuristas”, pero con el peso de la responsabilidad que da gestionar no sólo sus ahorros, si no también los de su familia y amigos, y por supuesto los de sus clientes, seleccionados por su capacidad de riesgo.

