Las personas expuestas a la oruga de la procesionaria de manera continua acaban desarrollando alergia a este insecto
María Vega vive cerca del Pinar de Antequera (Valladolid), un monte de pino piñonero, al que acude con frecuencia desde pequeña, como muchos vallisoletanos, a correr, pasear, o, simplemente, a pasar el día. Una proximidad que la hace sufrir de cerca, en ocasiones en su propia piel, los efectos que provoca el contacto esporádico con las orugas de la procesionaria del pino, como pueden ser urticaria, irritación en oídos, nariz y garganta.
Una mala experiencia que la llevaría a investigar los efectos que provoca en la salud de las personas, una exposición más prolongada a este insecto, y que desarrollaría como tema de su TFG del Grado de Medicina la “Alergia ocupacional a la procesionaria del pino (Thaumetopoea Pityocampa) en trabajadores forestales”, dirigido por Alicia Armentia, profesora del Departamento de Medicina, Dermatología y Toxicología.
“En el trabajo demostramos que las personas que están expuestas a la oruga de la procesionaria de manera continua acaban desarrollando alergia, por lo que las reacciones que sufren son más inmediatas, más graves y mantenidas a lo largo de todo el año”, explica Vega.
Para llegar a esta conclusión investigaron las historias clínicas de 21 trabajadores forestales que presentaban posibles reacciones alérgicas a la oruga, comparando 19 variables. Además, les sometieron a diferentes pruebas de alergología (al polen, alimentos, anisakis o látex) y les inyectaron un extracto de oruga para ver la sensibilización que tenían (prueba intraepidérmica).
Los resultados finales fueron concluyentes: 19 de los 21 presentaban alergia a la oruga, y en la mayoría de los casos con reacciones graves: 15 de ellos habían sufrido en alguna ocasión la falta de aire provocada por la inflamación de tejidos blandos o angioderma; y tres casos de anafilaxia, la manifestación alérgica más grave que puede llegar a provocar la muerte.
Las orugas se convierten así no sólo en un problema para los bosques, sino para la salud, y en el caso de estos trabajadores, de salud laboral, especialmente entre los recolectores de piñas, el colectivo más afectado según el estudio (15), maderistas (7) y agentes medioambientales (3).
Ante estos datos Vega recomienda no trabajar a las personas alérgicas en pinares infectados, al menos en los meses claves, y si lo hacen “tomen todas las medidas preventivas de calzado adecuado, protección, mascarilla, gafas, etcétera. Nuestra intención es que esto se vea como un problema grave y frecuente y que se invierta en el estudio de una vacuna que actualmente no existe. Con este trabajo también queremos sensibilizar a la sociedad sobre la gravedad de este tema”, concluye.

