Javier Ocaña: “Yo pensaba que el gran triunfo de las plataformas audiovisuales iba a pinchar, y creo que estamos en ese proceso”
Acaba de comenzar una nueva edición del curso “Aprende a ver cine” que, casi de forma ininterrumpida, lleva ya quince años impartiéndose en la Universidad de Valladolid. Y seguramente el hecho de que el profesor encargado sea Javier Ocaña hace que sea uno de los cursos de extensión universitaria de la UVa más longevos de esta universidad. Nos citamos con él horas antes de que den comienzo las clases para que nos explique su “secreto”. Quizás esté en su particular forma de contar y desgranar una película, que es reconocida por el público en sus críticas en el periódico El País como en sus colaboraciones en los programas de La2 de TVE “Historia de nuestro cine” o en “Hoy por Hoy” de la Cadena Ser. Pero para Ocaña ya no es nuevo venir a la UVa, porque aquí, en “la casa del saber”, ha aportado su grano de arena para ahondar en el conocimiento del cine, no sólo con este curso, sino en sus numerosas participaciones en el Curso de Cine que también impartía la Cátedra de Cine de la Universidad de Valladolid.
Recuerda los inicios del curso “Aprende a ver cine”. Eran unos sesenta alumnos hasta llegar a años en los que tuvieron que cambiar de aulas ya que se congregaban en torno a cien. La cifra este año alcanza cerca de noventa inscritos, un dato que califica de “maravilloso”. Cada año ha ido cambiando el temario, aunque el principio era un curso de treinta horas, en los últimos años se ha reducido a quince. El secreto de esta continuidad es que “son temas atractivos para el cinéfilo, pero sin dejar de abordar temas más complejos como los movimientos artísticos más importantes del cine o la historia del cine español a través de sus grandes directores, entre otros, que no son los más populares, ya que son complejos y difíciles”. Reconoce que se lo pasa muy bien en las clases y nota esa complicidad con los alumnos porque “los profesores ya sabemos cuándo los alumnos se están aburriendo”.
El perfil de los participantes es muy diverso. “Hay universitarios pero también un amplio grupo de todas las edades y profesiones”, es decir, gente que ama el cine, en el que también hay muchos profesionales del sector audiovisual o cultural, que quiere seguir formándose en este sector en el que no hay estudios reglados.
“Mis clases son muy divertidas”, afirma. Cuenta que utiliza las secuencias de las películas para explicar el contenido del temario, alejándose del clásico profesor que habla y el alumno toma notas. “Es curioso porque ha habido un grupo de gente muy fiel que acude todos los años, pero también se ha ido renovando”, y recuerda que en sus inicios había mucha gente de Arquitectura y que vuelven después de muchos años, incluso tras haber trabajado en el extranjero.
Confirma que el perfil del alumno de este curso es diferente al del resto de ciudades en donde también Ocaña imparte otras formaciones similares. La vinculación de Valladolid con el cine como Seminci, una Cátedra de Cine en la UVa, la más antigua de España, y actualmente un Máster de Cine, dejan su huella en la ciudad. “En Valladolid siempre se ha notado un perfil muy cinéfilo, de la persona que desde pequeño ha ido al cine, y cuando llega Seminci ha visto películas especiales, que le ha dado una educación cultural y cinematográfica más importante que en otras ciudades”.
Cuando hablamos del trabajo de Javier Ocaña, no hay que olvidar su libro “De Blancanieves a Korosawa. La aventura de ver cine con los hijos”, una obra muy personal que llega ya a su cuarta edición y que además la UVa fue partícipe de ese lanzamiento hace unos años en el transcurso del Curso de Cine. A través de un análisis artístico y cinematográfico de 150 películas que había visto con sus hijos, las recorre además plasmando las sensaciones que había sentido al verlas con ellos. Pero también aporta una visión personal sobre la educación cultural, cinematográfica y general de un padre con unos hijos. Quizás esa parte más personal haya hecho conectar con el público, porque tanto en sus clases como en este trabajo, Ocaña pretende utilizar el cine como herramienta cultural y social para emprender.
“Estamos en una encrucijada”
El giro de la conversación se dirige hacia la importancia del cine como transformador de la sociedad. No comparte esta opinión, sino que cree que puede actuar en un individuo en concreto, porque, aclara “una película concreta en un determinado momento puede hacer reflexionar sobre asuntos sobre los que no lo habías hecho antes e incluso pueda cambiarte determinados tipos de conducta, ideales, etc”. Para él no existen las películas “necesarias” para la sociedad, “necesarias son la democracia y la salud, básicamente”. “El arte es importante pero conozco mucha gente muy cinéfila que en su vida privada son unos enfermos mentales”, recalca.
Respecto a la situación del cine, explica que “estamos en una encrucijada y llevamos ya años así". "El cine en casa y sus condiciones han mejorado mucho y la amplia oferta con las plataformas te dan posibilidades que antes no tenías, lo que no quita para que en los últimos dos años esté cambiando. Yo pensaba que el gran triunfo de las plataformas iba a pinchar, y creo que estamos en ese proceso”. En opinión de Ocaña, la gente había dejado de ir al cine y se quedaba en casa viendo una serie tras otra, más que cine, coincidiendo con el gran momento de las series de televisión, ahora ya en caída. “Ahora se da cuenta que se le va el tiempo viendo una serie tras otra de algo que le entretiene, que es puro ocio, pero nada de cultura y ni siquiera es audiovisual de calidad”. “A la larga ese espectador va a volver a la rutina de una película cada semana, cada quince días o cada mes". "Y me gustaría que fuera así”.
Existe una actitud activa de ir al cine a “probar suerte”, a la que define como “una aventura apasionante”. En su opinión, “no es lo mismo cuando uno desde su sillón va buscando entre cientos de productos, entre los que se mezclan obras maestras y otras, verdaderos churros”. Por esta razón, arremete contra la democratización de las opiniones, sobre todo desde que han aparecido las redes sociales y muchos las utilizan para informarse. Piensa que es ahora cuando los críticos de cine deben demostrar más que nunca su profesionalidad. “Los críticos hacemos de filtro para las personas cinéfilas, que no saben qué ver y se fían de nuestro criterio, lo que no quiere decir que coincidan, pero sí confían en nuestros análisis”. Ocaña diferencia entre los gustos, que pueden ser los mismos o no, y el criterio, que es lo que aportan los críticos.
Concluye que estamos viviendo en un momento bueno del cine español, y los datos de los últimos estrenos como soy “Nevenka”, “La Virgen Roja” y “El 47” han conectado con el público, con 120.000 espectadores en sus estrenos. “Son películas que te pueden gustar más o menos, pero que emocionan”. Como crítico nos deja su propia opinión: ”me gusta mucho, mucho La Virgen Roja; bastante, "El 47", es emocionante pero cinematográficamente creo que subraya demasiado algunas cosas; y "Soy Nevenka" me gusta menos el estilo, pero no dejo de emocionarme”. Y nos deja su consejo de experto: “Yo recomendaría ver las tres”.
