Las mujeres como víctimas y verdugos en las causas judiciales, nueva fuente de documentación para determinar su papel en la Historia
El equipo de investigación “Justicia, mujer y sociedad: de la Edad Moderna a la Contemporaneidad, Castilla, Portugal e Italia” de la Universidad de Valladolid, en colaboración con el GIR “Asociacionismo y acción colectiva en Castilla”, han celebrado los días 21 y 22 de marzo un Congreso Internacional sobre el papel de la mujer en la Historia, donde han presentado algunos de los resultados obtenidos en sus investigaciones gracias a las nuevas fuentes documentales procedentes de los procesos judiciales en los que aparecen, bien como víctimas o como verdugos, y que les han permitido otorgar un nuevo papel a la mujer en la Historia.
“Entendíamos que en la sociedad civil había otro discurso sobre la mujer, más allá del patrón otorgado desde la iglesia y lo hemos querido buscar fundamentalmente en las fuentes judiciales, donde tiene una presencia clara como denunciada, denunciante, querellada, querellante y como testigo. Por ejemplo, a las mujeres de mala fama el testimonio les valía menos; y a las mujeres no se les preguntaba por las generales de la Ley (cuantos años tiene, qué relación mantenía con el ofendido, si vio usted los hechos), antes se le preguntaba si era honesta”, señala Margarita Torremocha, coordinadora del grupo de investigación.
“A través del discurso de esas pequeñas cuestiones que definen muy bien las mentalidades de la época quisimos ver qué papel se le atribuye a la mujer en esa sociedad y si era preterida ante la Ley, además de estudiarla desde diversos aspectos: historia social y también en la historia social de la delincuencia, cuando ellas eran delincuentes y víctimas de muchos de esos delitos, sobre todo en materia sexual”, añade.
Mujeres víctimas
Sobre uno de estos delitos, el estupro se han llegado a encontrar más de 2.500 causas judiciales catalogadas en la Real Chancillería de Valladolid, desde finales del XVI y principios del XIX, tema que fue objeto de la ponencia presentada por la propia Torremocha en el Congreso Internacional “Redefinición de la mujer en una sociedad en tránsito a la contemporaneidad”, celebrado en la UVa, y objeto de un libro publicado también por la Universidad.
Una documentación importante no solo por la cantidad, sino por lo que apunta su estudio cualitativo, tal y como apunta Torremocha, como por ejemplo el lenguaje de los abogados, lo que va a permitir seguir abarcando la investigación desde otras perspectivas, como el divorcio o los malos tratos, tema sobre el que ya empiezan a tener algunos resultados.
Sobre este último, la investigadora advierte sobre la necesidad de abordarlo con mucha sensibilidad “porque puede parecer que los historiadores justificamos algunos comportamientos, pero lo cierto es que en aquella sociedad, el cabeza de familia era el jefe de una pequeña república que era el hogar, donde tenía la obligación de `corregir las malas conductas y de castigar´ a los que las realizan, fueran los hijos, los criados, o la mujer. Pero lo que nos encontramos en estos procesos es que el maltrato a la mujer se consentía en aquellos casos en los que el marido los hacía para corregir una conducta (no hacer la comida, no ocuparse de la casa), pero si el vecindario consideraba que se excedía en el maltrato entonces incluso otros hombres actuaban como testigos”.
Mujeres verdugo
Otra de las líneas que ha abierto el equipo de investigación es sobre las mujeres envenenadoras, de las que Sofía Rodríguez, profesora de la Facultad de CC Trabajo de la Uva ha hablado también en este Congreso desmontando la imagen que hay en el imaginario colectivo sobre el uso del veneno casi exclusivamente por las mujeres para cometer un crimen.
“Tenemos metido en el imaginario colectivo que las mujeres utilizaban el veneno como un método casi propio para asesinar y solventar una debilidad física o un conocimiento mayor, pero el estudio me permite ver que esa imagen colectiva de mujer envenenadora no es cierta, porque en las fuentes te encuentras también hombres envenenadores”.
A pesar de que los datos que está recogiendo la investigadora contradicen la percepción social de la figura de mujeres envenenadoras, el hecho es que llegó a provocar el pánico social en el siglo XIX, entre otras cosas por la repercusión que tuvo en la prensa casos como el de la supuesta envenenadora francesa Marie Lafarge, sobre el que llegó a editarse un folletín en la prensa española, o el de María Bonamont, en el que intervino uno de los padres de la toxicología, Pedro Mata.
Asociacionismo femenino
El Congreso ha permitido descubrir no sólo el papel de la mujer como víctima y verdugo a partir de estas investigaciones, sino también hacer un repaso cronológico en el que se han analizado los cambios en el discurso social, religioso y jurídico que se produjo en el papel de las mujeres desde la Ilustración a finales del Antiguo Régimen y comienzos de la etapa contemporánea, cuando empezaron a observarse cambios significativos en los procesos de divorcio o en su capacidad asociativa. Temas que fueron abordados por los profesores de la Universidad de Valladolid: Diego Quijada Álamo, Pilar Calvo y Elena Maza.
Maza, es la investigadora principal del GIR Asociacionismo y acción colectiva´ de la UVa y forma parte del equipo de Margarita Torremocha, de la UVa, fruto de su investigación es la aparición del Reglamento de las Sombrereras de Valladolid, una de las primeras sociedades de socorro mutuo exclusivamente femenina, que tienen por logotipo una tijera y creada para apoyar económicamente a aquellas asociadas que no podían trabajar por enfermedad. Cubrían todas las enfermedades salvo los partos, “pero sí lo que se produce a resultas de estos, y las enfermedades venéreas.
“Del mutualismo femenino laboral en el XIX hay muy poco y este hallazgo creo que es interesante. Sabemos que el asociacionismo femenino tenía mucha importancia en Sevilla con las cigarreras, también en la costa cantábrica con la pesca y la salazón, y en Cataluña en las fábricas de textil, pero en la España del interior, era más desmovilizada y ha sido difícil encontrar pruebas de por dónde iba el mundo asociativo de la mujer”.
Las Jornadas celebradas el pasado 21 y 22 de marzo han reunido también a especialistas de Historia Moderna y Contemporánea, procedentes de otras universidades españolas, francesas, portuguesas y brasileñas, que en sus estudios de Historia Social dan un especial protagonismo a la mujer.
Además de las ya mencionadas han participado también, Águeda García de la Universidad de Normandía, y Silvia de la Fuente y Alberto Corada, de la UVa, que hablaron sobre la mujer y su relación con el ámbito religioso; Inmaculada Arias Saavedra, catedrática de Historia Moderna de la Universidad de Granada y Gloria Franco, también catedrática de Historia Moderna de la Universidad Complutense de Madrid, que hablaron sobre la mujer en su santuario doméstico; y María Ángeles Pérez Samper, catedrática de la Universidad de Barcelona, cuya intervención giró a la relación de todas estas mujeres, con la comida a lo largo de los siglos.
Las palabras de matrimonio, la violencia familiar, la violencia verbal y gestual contra la mujer, y el divorcio se analizaron por María José Pérez, catedrática acreditada de la Universidad de León; o por la reconocida historiadora gallega Ofelia Rey Castelao; catedrática de la Universidad de Santiago de Compostela.
Por último, Isabel Drumond de la Universidad de Lisboa habló sobre la violencia que sufrieron mujeres de minorías religiosas.
En definitiva, concluye Margarita Torremocha, “sin apartarnos del rigor de la Historia social y cultural, con este Congreso hemos pretendido dar visibilidad a la mujer en la Historia, desde unas vidas que se vieron sometidas al conflicto, y con frecuencia al conflicto judicializado, como nos demuestran las fuentes de los tribunales”.