¿Por qué me rechazas?
“Hay entre un diez y un quince por ciento de alumnado rechazado en las aulas. En Infantil es en torno a un diez, pero a medida que vamos subiendo en las etapas educativas, el porcentaje también sube”, explica Paula Molinero, autora de una tesis doctoral que ha investigado el rechazo entre iguales en etapas tempranas de la infancia, y que ahora abordará junto a profesores del Grupo de Investigación “Psicología de la Educación” de la Facultad de Educación y Trabajo Social en un proyecto más ambicioso de intervención en la etapa de la Educación Infantil, de 3 a 6 años. Para Luis Jorge Martín, investigador principal del proyecto y codirector de la tesis junto a Miguel Ángel Carbonero, “se ha visto que quienes son rechazados en estas primeras etapas, lo siguen siendo en Primaria, Secundaria y también en la edad adulta, incluso en sus entornos laborales. Eso les provoca una situación de exclusión”. Explican que el rechazo no está asociado al acoso y es más difícil de detectarlo, porque quienes rechazan no lo hacen de “forma intencionada”, simplemente “no quieren estar contigo”. Por esta razón, apuestan, y en esta línea va encaminada el nuevo proyecto que están poniendo en marcha, por la prevención temprana. Hablamos de esta problemática y de su abordaje, basada en la experiencia de las investigaciones iniciadas hace ya varios años en el Departamento de Psicología de la Universidad de Valladolid.
- ¿Según los datos que habéis obtenido en este último estudio, a qué porcentaje podría afectar el rechazo en las aulas?
Paula Molinero. Hay entre un diez y un quince por ciento de alumnado rechazado en las aulas. Ya en Infantil es en torno esta cifra, pero a medida que vamos subiendo en las etapas, el porcentaje también sube. Nosotros en nuestro estudio centrado en la etapa de Infantil hemos encontrado un 11,4 por ciento. Y son más los niños rechazados que las niñas, algo habitual, aunque la diferencia entre ambos sexos es mayor en esta etapa. En torno a cuatro niños frente a una niña, cuando en Primaria es un tres uno.
Jorge Martín. Lo que pasa es que en las niñas el rechazo pasa más desapercibido, en general. Y la razón es que los niños que son rechazados, lo son por la agresividad, que incomoda al resto. Sin embargo, las niñas que son rechazadas, lo son por inmadurez. Por eso, al llamar más la atención la agresividad que la inmadurez, ellas pasan más desapercibidas.
- Todo es cuestión de gustos. Pero, ¿cuál es la medida para detectarlo?
Jorge Martín. Lo habitual es que gustemos a unos y a otros no. Eso es así. La diferencia es que este tipo de niños tienen a muchos que no los quieren y muy pocos que sí. Al final eso les provoca una situación de exclusión, de no poder relacionarse con los otros. Y hoy se ha visto que los que son rechazados en Infantil, lo siguen siendo en Primaria, en Secundaria y lo son en la edad adulta, incluso en entornos laborales.
- En vuestro estudio, ponéis énfasis en que los “estigmas” de personas rechazadas se crean desde pequeños, por lo que se deduce que ese hecho hará que sus comportamientos más adelante sean diferentes.
Jorge Martín. Esa es la clave por la que nos han adjudicado este nuevo proyecto de la Agencia Estatal de Investigación, porque no es un proyecto de evaluación sino de intervención, para eliminar o reducir esa situación en los niños muy pequeños. Sabemos que, en Secundaria, aunque se pueda intervenir, ya han desarrollado unas características de personalidad generadas por un rechazo anterior y que luego son muy difíciles de erradicar, porque les hacen ser por ejemplo “susceptibles” al grupo.
- Habláis del círculo de rechazo. Aclarad cómo se produce.
Jorge Martín. Pongo en juego situaciones sociales: Los otros se extrañan. Me ponen una cierta barrera. Yo detecto la barrera, por lo que eso hace que compense la forma en que me acerco a los demás. Esa forma a veces no es adecuada, con lo que los otros me vuelven a rechazar. Eso va acrecentándose. Y al final su estrategia es retirarse. Nos encontramos con que se aíslan y como estrategia se unen a otro rechazado. Y es curioso, porque a veces entre ellos también se rechazan. Lo que crea es que no aprenden a relacionarse con los demás, ya que no tienen la oportunidad de interrelacionarse con ellos
- ¿Viene asociado el rechazo con el acoso?
Jorge Martín. Exactamente no son niños que les acosen, no es lo mismo. Es simplemente que “no quiero estar contigo”, pero como les pasa a los adultos. Tampoco es una exclusión activa, no es yo hablo con Paula para no estar contigo, ya que eso sería un tipo de acoso. No es intencional, ya que su objetivo no es hacer daño.
Paula Molinero. A la vez es un poco más complejo, porque el acoso se ve más en el aula. En cambio, el rechazo no se ve.
- Pero en estas circunstancias, el profesor en el aula no puede obligar a un niño que le guste otro. ¿Cómo se intervendría?
Jorge Martín. El profesor sí puede crear entornos en donde se facilite que esa relación sea adecuada, y es ahí donde entramos y en donde vamos a trabajar en el proyecto concedido por la Agencia Estatal de Investigación, en el que participan también investigadores de la Universidad de Sevilla y de Granada.
La intervención nace de intervenciones en otras etapas educativas que hemos hecho desde el grupo de investigación de Psicología de la Educación. Es como coger todo el conocimiento ya adquirido durante estos años y ponerlo en práctica en infantil.
Lo que se trata es de crear esas situaciones para mejorar las habilidades sociales de todos los niños en general, no sólo de los que son rechazados, para crear situaciones donde esos niños se puedan relacionar con sus compañeros. Por esta razón va dirigido a la mejora de la convivencia.
Paula Molinero. En la tesis abordamos dos grandes cuestiones. Una era analizar los motivos que indican los niños y niñas para aceptar o rechazar a sus compañeros. Con esa información y lo que se había investigado anteriormente sobre programas de intervención, llevamos a cabo un estudio con 637 estudiantes del segundo ciclo de Educación Infantil (3 a 6 años) en seis colegios, tres de ellos participaron en una miscelánea de actividades en competencia socioemocional y los tres restantes fueron grupo control. Todos en Valladolid. Ahora con el proyecto que ponemos en marcha se pueden hacer más cosas, porque el trabajo de la tesis ha sido limitado.
- ¿Qué contempla este nuevo proyecto que ponéis en marcha?
Jorge Martín. El proyecto busca una intervención durante tres años. Con ello, queremos ver si la intervención a largo plazo tiene más o menos repercusión y eficacia y ver diferentes tiempos. Lo que aquí queremos comprobar es si es igual de eficaz o no una intervención de, supongamos dos años, u otra de más duración. De esta manera podemos reducir los esfuerzos.
También lo queremos apoyar con alguna herramienta tecnológica o web que sirva tanto para docentes como para las familias, en donde puedan encontrar recursos de tipo socioemocional, con los que puedan practicar situaciones de reconocimiento emocional, ya que sabemos que estos niños no tienen muchas de estas habilidades.
- ¿Los niños rechazados vienen asociados a alguna problemática o no tiene nada que ver?
Jorge Martín. En todas las investigaciones, no sólo en España, aquellos niños con necesidades educativas específicas, ya sea por trastornos del lenguaje u otro tipo, tienen más probabilidades de ser rechazados, pero eso no quiere decir que lo sean todos por esa situación. Un niño que tiene problemas de comunicación por el lenguaje o incluso que desconoce el idioma, lógicamente lo tiene más difícil. Sin embargo, estas causas afectan menos en Infantil porque el trabajo de los docentes de Infantil es mucho más flexible frente a la rigidez del sistema en etapas superiores. Y además originan dificultades académicas, un hecho que en infantil no les afecta.
- ¿Cuáles son las necesidades educativas que más pueden influir en el rechazo?
Jorge Martín. Fundamentalmente problemas del lenguaje y trastornos en el desarrollo, como por ejemplo inmadurez en el desarrollo. Sin embargo, niños con discapacidad física o sensorial, como puede ser una parálisis cerebral o un problema visual, suelen tener un porcentaje de rechazo similar a alguien que no lo tenga. No está asociado.
